lunes, 15 de junio de 2015

Etapas De formacion del Movimiento



Desarrollo de Habilidades Motoras por Etapas:



1.- Levantar la cabeza:
Es la primera destreza que debe dominar el bebé es el control cefálico, en posición boca abajo, el bebé debe levantar la cabeza y mantenerse en esa posición, para ello necesitará fortalecer los músculos del cuello, la espalda y ayudarse con sus manitas.

2.- Rodar:
Cuando el bebé ya es capaz de tener control de los movimientos de su cabeza y sostenerse sobre sus brazos, debe aprender a darse vueltas, esto generalmente se consigue entre los 4 y 6 meses, es una preparación para las siguientes fases: sentarse, gatear y caminar, pues se requiere rotar el cuerpo y tener movimientos coordinados.

3.- Sentarse
Para aprender a sentarse, el bebé debe dominar las siguientes actividades: controlar su cabeza, cuello, los movimientos de sus brazos y manos y a girar hacia ambos lados, Ahora le tocará controlar su tronco, ser capaz de mantenerse sentado, mantener el equilibrio para finalmente fortalecer los músculos de sus piernas y poder caminar.

En esta etapa, el bebé será capaz de mantenerse sentado por algunos segundos si alguien o algo lo sostiene, existirá todavía una curvatura en la espalda por lo que será necesario que adquiera una adecuada postura, sin arquear la columna. Si se sujeta al niño fuertemente por las caderas, su espalda se reforzará para mantener un buen equilibrio y aprenderá gradualmente a controlar los músculos del cuello y de la parte superior de la espalda, para finalmente conseguir estar sentado con poca o ninguna ayuda.

4.- Gatear
El gateo es un proceso que constituye un gran avance para el bebé, a nivel neurológico y de coordinación. Una vez que el niño se sienta sin apoyo, está listo para ponerse en posición de gateo, primero aprenderá a arrastrarse, el objetivo de esta fase es lograr que el bebé aprenda a coordinar los movimientos de sus piernas y brazos (brazo derecho-pierna izquierda, brazo izquierdo-pierna derecha), tenga dominio y control de su propio cuerpo y aprenda a ubicarse y desplazarse sobre su espacio, todo ello es un preámbulo y una preparación para empezar a caminar.

Cabe resaltar que cada niño tiene sus propias particularidades, es decir no todos gatean a los 7 u 8 meses, algunos lo hacen antes y otros después.




5.- Caminar
Las fases previas son preparatorias para la caminata, además de ello, debe mantener el equilibrio de rodillas y de pie para lograr pararse solo y vencer la fuerza de gravedad para dar sus primeros pasos, podemos estimularlo con apoyo en un principio y luego por sí solo cuando logre el equilibrio.

Como apreciamos, para aprender a caminar, el niño debe tener control de su cuerpo, una adecuada postura, coordinación motora adecuada y el equilibrio necesario para estar de pie y desplazarse.


Durante “la edad de bebé” (primer año y medio de vida, aproximadamente), los movimientos, en su origen, son masivos, globales e incoordinados y, pueden ser activados o inhibidos por las diferentes estimulaciones externas. La adquisición de la coordinación y de la combinación de los diferentes movimientos se realizará, progresivamente, durante su primer año de vida:

1. Boca-ojos, cabeza-cuello-hombros.
2. Tronco-brazos-manos.
3. Extremidades-lengua-dedos-piernas-pies.

Hacia los 4 meses todo lo que la mano coge es llevado a la boca y chupado por ser el lugar a través del cual el niño (a) “siente”. Además, como se ha señalado anteriormente, la boca y los ojos son los primeros órganos que adquieren coordinación.

Hacia los 5 meses todo lo visto se coge, y todo lo que se coge es mirado.

Hacia los 12 meses, cuando el niño (a) puede mantenerse en pie sin ayuda, aunque su equilibrio no sea perfecto, se produce una ampliación del campo visual y el niño (a) busca objetos, se mueve y empieza a ser propiamente activo.

Al principio, los movimientos son reflejos, incoordinados e inconscientes pero poco a poco el niño (a), a través de las experiencias, sobre todo por imitación, tiende a hacer suyas dichas experiencias y tener conciencia y coordinación de sus actos.

Entre 1 y 3 años de edad, la adquisición de la marcha asegura al niño (a) una movilidad que le libera del parasitismo motor inicial y le confiere un principio de independencia. Con esa movilidad amplia, cada vez más, su campo de experiencias y se caracteriza por una continua exploración del mundo que le rodea y que esta empezando a conocer realmente.

Más o menos a los 18 meses el niño comienza a corretear: los pasos se alargan y la separación de los pies se reduce; pero las vueltas son aún muy torpes. A esta edad ya empieza a subir una escalera, aunque sostenido, y a encaramarse a “cualquier” objeto.

A los 20 meses adquiere regularidad en los pasos y estabilidad en la marcha. La actitud emprendedora del niño (a) le hace marcase retos personales: “Ya que sé andar...” En esta edad el reto que se marca es la carrera.

A los 2 años el niño (a) camina con total soltura, incluso en las escaleras.

De los 2 a los 3 años progresa el automatismo de la marcha. Debido a la actitud emprendedora del niño (a) y tiende a intentar proezas superiores a sus posibilidades: transporte de objetos pesados o voluminosos, gran evolución en el “dominio” de la escalera y el correr.

Entre los 3 y los 4 años tanto la marcha como la carrera están perfectamente controladas. Entonces aparecen la marcha de puntillas y el salto, que señalan los progresos del equilibrio.

Durante todo este periodo también son destacables los progresos de la prensión y de la manipulación. Los movimientos se afinan, se diferencian, se coordinan y se lateralizan. El niño (a) está constantemente en movimiento: inventa, descubre, imita, repite, mejora sus gestos. De ahí surgen infinidad de juegos motores de muy diversa índole: salta, corre, abre y cierra cosas, lleva, tira, empuja, lanza, juega a la pelota.

La actividad motórica de los niños (as) de 3 a 6 años se caracteriza por la libertad, la soltura y la espontaneidad. La movilidad pierde ese carácter brusco e incoordinado y gana extraordinaria armonía. El niño (a) observa los movimientos de los demás y es capaz de imitarlos, sin análisis previo, con una total desenvoltura:



1. A los 3 años el niño (a) sabe correr, girar, montar en triciclo, echar el balón.



2. A los 4 años salta a la pata coja, trepa, se puede vestir y desnudarse solo, atarse los zapatos, abotonarse por delante. Los avances “manuales” también son destacables: uso de tijeras, mayor habilidad en el dibujo.



3. A los 5 años gana aún más en soltura: patina, escala, salta desde alturas, salta a la cuerda.



Entre los 5 y los 6 años se puede decir que el niño (a) puede hacer físicamente lo que quiere, siempre dentro de sus fuerzas y posibilidades.



4. Hacia los 6 años la espontaneidad, de la que ha hecho gala el niño (a) hasta esta edad, se desvanece. Ahora pretende demostrar sus habilidades, medirse, hacerse valer, en resumen, afirmarse. Se podría decir que en este punto el proceso de adquisición o formación de las habilidades motrices básicas tocaría a su fin pues como se ha dicho estas habilidades básicas ponen las bases a los movimientos más complejos y complementados (habilidades deportivas).



5. Entre 6 y 9 años, motóricamente hablando, el niño (a) se caracteriza por una actividad desbordante, una intensa expansión motriz, un movimiento continuo; siempre más fino, más diferenciado, más orientado y controlado que en las etapas precedentes. En esta etapa la fuerza y la coordinación crecen de un modo regular. Después, el desarrollo proseguirá en el sentido de la precisión y de la resistencia. Los juegos de equipo y las competiciones organizadas son las prácticas más comunes entre los niños a partir de esta etapa.

Como se ha visto, este proceso continuo de desarrollo de las habilidades motoras se produce en diversos grados a lo largo de los meses y años, y puede explicarse por el aumento de capacidad que acompaña al crecimiento y al desarrollo así como por ese proceso natural, no dirigido, que se produce por imitación, ensayo y error y libertad de movimiento. Ese progreso es más o menos independiente a la actitud, facilitadora o de impedimento. De todas formas una actitud facilitadora, según demuestran gran cantidad de pruebas, proporciona la oportunidad de aprender habilidades motoras antes de lo habitual con respecto a su edad.






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